Bodegas Franco-Españolas, en Logroño
Visitamos bodegas Franco-Españolas, una bodega centenaria clásica de la Denominación de Origen Rioja. Esta es una de nuestras primeras paradas de la escapada a La Rioja. ¿Te vienes con nosotros?
Pasear por bodegas Franco-Españolas es caminar por un pedazo de historia viva de La Rioja. Al igual que muchas de las bodegas centenarias de esta zona, su historia está muy ligada a Francia y más concretamente a Burdeos.
Nació en 1890, hace 127 años, y es una de las primeras bodegas de la región. A pesar de producir gran cantidad de vino, es un negocio familiar que pertenece a la familia Eguizábal y que ya va por la tercera generación. Bodegas Franco-Españolas saca al mercado 4,5 millones de botellas de vino cada año, de hecho es la quinta o sexta en cuanto a volumen de La Rioja.
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Historia de bodegas Franco-Españolas
Tras la plaga de filoxera que sufrieron los viñedos franceses y que acabó prácticamente con todas sus viñas en el siglo XIX, los bodegueros de Burdeos vinieron a nuestro país en busca de zonas de viñedos donde poder hacer un vino parecido al suyo. Resulta que La Rioja, donde hasta entonces se hacía ‘vino cosechero’ (vino del año), era una buena zona para ello. Por lo que muchos viticultores franceses se asociaron a agricultores y bodegueros riojanos para hacer vino de ‘estilo francés’ (vino con largas crianzas en madera). Así surgieron la gran parte de bodegas centenarias de La Rioja.
En este caso fue Frederick Anglade de Burdeos quien se asoció con riojanos para crear y fundar en 1890 esta bodega, que estaba estratégicamente ubicada a muy pocos pasos del centro de la ciudad, junto al Puente de Hierro, con los viñedos rodeando la bodega. Un año después se realizó la primera vendimia y nacieron los buques insignia de la casa: Diamante, Royal y “Estilo Borgoña”, que en los años 50 pasó a llamarse Rioja Bordón.
Visita a la bodega
En la visita pudimos ver los tinos o cubas de madera en los que originariamente se realizaba la fermentación, ahora se han sustituido por depósitos de acero inoxidable.
Después de conocer el proceso de fermentación (alcohólica y maloláctica) en los depósitos de acero inoxidable, pasamos a la sala de barricas, donde el vino madura y envejece.
Utilizan barricas de roble americano prácticamente para todos sus vinos. El Bordón Crianza permanece en barricas de roble americano durante 12 meses. El Reserva, 18 meses, el Gran Reserva, 30 meses en barrica. Después el vino pasa a la botella, donde termina de envejecer y de afinarse.
A continuación, pasamos a una de las partes que más nos gustó de la visita: ‘el santuario’ o ‘el cementerio’. Una cueva en la que se almacenan botellas históricas de todas las añadas de la bodega. Como curiosidad, les quedan tres referencias de 1907, sus botellas más antiguas.
Después pasamos a una sala con fotos históricas donde se ve con todo lujo de detalles cómo era el proceso de vendimia y elaboración de vino en la antigüedad en esta histórica bodega.
Tras conocer la bodega en profundidad, catamos dos de sus principales referencias: Talla de Diamante, un blanco semidulce de aperitivo elaborado con uva viura (macabeo) y su Gran Reserva Bordón que se elabora con uvas tempranillo (variedad principal) combinada con garnacha, graciano y mazuelo.
Lo acompañamos con unos embutidos de la zona y, pasamos a la tienda donde compramos algunas botellas para traer a casa y disfrutar de un pedacito de esta bodega en nuestra mesa.
La visita a bodegas Franco-Españolas cuesta 12 euros por persona y hay que concertar cita previa con ellos. Merece mucho la pena conocer su historia y sus vinos y la visita es muy amena y didáctica.
- Más información: Bodegas Franco-Españolas.